Toth

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La Sabiduría no es Conocimiento; sino saber aplicar correctamente el Conocimiento

NOTA DEL EDITOR

SI ESTÁN LEYENDO ESTAS PALABRAS DE BIENVENIDA SIGNIFICA QUE ENTRARON A MI BLOG. EN ÉSTE INTENTO DE REVISTA CULTURAL SE PUBLICARÁN CON FRECUENCIA UNA GRAN DIVERSIDAD DE ARTÍCULOS. NOS INTERESAN LAS OPINIONES DE LOS VIAJEROS QUE SE DETIENEN EN ESTE OASIS PARA REFRESCARSE EN LA SABIDURÍA DE SUS AGUAS.

4 de mayo de 2011

EL TUNEL (Fragmento)


I


BASTARÁ decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.

Aunque ni el diablo sabe qué es lo que ha de recordar la gente, ni por qué. En realidad, siempre he pensado que no hay memoria colectiva, lo que quizá sea una forma de defensa de la especie humana. La frase "todo tiempo pasado fue mejor" no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que —felizmente— la gente las echa en el olvido. Desde luego, semejante frase no tiene validez universal; yo, por ejemplo, me caracterizo por recordar preferentemente los hechos malos y, así, casi podría decir que "todo tiempo pasado fue peor", si no fuera porque el presente me parece tan horrible como el pasado; recuerdo tantas calamidades, tantos rostros cínicos y crueles, tantas malas acciones, que la memoria es para mí como la temerosa luz que alumbra un sórdido museo de la vergüenza. ¡Cuántas veces he quedado aplastado durante horas, en un rincón oscuro del taller, después de leer una noticia en la sección policial!. Pero la verdad es que no siempre lo más vergonzoso de la raza humana aparece allí; hasta cierto punto, los criminales son gente más limpia, más inofensiva; esta afirmación no la hago porque yo mismo haya matado a un ser humano: es una honesta y profunda convicción. ¿Un individuo es pernicioso?. Pues se lo liquida y se acabó. Eso es lo que yo llamo una buena acción. Piensen cuánto peor es para la sociedad que ese individuo siga destilando su veneno y que en vez de eliminarlo se quiera contrarrestar su acción recu¬rriendo a anónimos, maledicencia y otras bajezas semejantes. En lo que a mí se refiere, debo confesar que ahora lamento no haber aprovechado mejor el tiempo de mi libertad, liquidando a seis o siete tipos que conozco.

Que el mundo es horrible, es una verdad que no necesita demostración. Bastaría un hecho para probarlo, en todo caso: en un campo de concentración un ex pianista se quejó de hambre y entonces lo obligaron a comerse una rata, pero viva.

No es de eso, sin embargo, de lo que quiero hablar ahora; ya diré más adelante, si hay ocasión, algo más sobre este asunto de la rata.



II

COMO decía, me llamo Juan Pablo Castel. Podrán preguntarse qué me mueve a escribir la historia de mi crimen (no sé si ya dije que voy a relatar mi crimen) y, sobre todo, a buscar un editor. Conozco bastante bien el alma humana para prever que pensarán en la vanidad. Piensen lo que quieran: me importa un bledo; hace rato que me importan un bledo la opi¬nión y la justicia de los hombres. Supongan, pues, que publico esta historia por vanidad. Al fin de cuentas estoy hecho de carne, huesos, pelo y uñas como cualquier otro hombre y me parecería muy injusto que exigiesen de mí, precisamente de mí, cualidades especiales; uno se cree a veces un superhom¬bre, hasta que advierte que también es mezquino, sucio y pérfido. De la vanidad no digo nada: creo que nadie está desprovisto de este notable motor del Progreso Humano. Me hacen reír esos señores que salen con la modestia de Einstein o gente por el estilo; respuesta: es fácil ser modesto cuando se es célebre; quiero decir parecer modesto. Aun cuando se imagina que no existe en absoluto, se la descubre de pronto en su forma más sutil: la vanidad de la modestia. ¡Cuántas veces tropezamos con esa clase de individuos! Hasta un hombre, real o simbólico, como Cristo, pronunció palabras sugeridas por la vanidad o al menos por la soberbia. ¿Qué decir de León Bloy, que se defendía de la acusación de soberbia argumentando que se había pasado la vida sirviendo a individuos que no le llegaban a las rodillas?

La vanidad se encuentra en los lugares más inesperados: al lado de la bondad, de la abnegación, de la generosidad. Cuando yo era chico y me desesperaba ante la idea de que mi madre debía morirse un día (con los años se llega a saber que la muerte no sólo es soportable sino hasta reconfortante), no imaginaba que mi madre pudiese tener defectos. Ahora que no existe, debo decir que fue tan buena como puede llegar a serlo un ser humano. Pero recuerdo, en sus últimos años, cuando yo era un hombre, cómo al comienzo me dolía descubrir debajo de sus mejores acciones un sutilísimo ingrediente de vanidad o de orgullo. Algo mucho más demostrativo me sucedió a mí mismo cuando la operaron de cáncer. Para llegar a tiempo tuve que viajar dos días enteros sin dormir. Cuando llegué al lado de su cama, su rostro de cadáver logró sonreírme levemente, con ternura, y murmuró unas palabras para compadecerme (¡ella se compadecía de mi cansancio!). Y yo sentí dentro de mí, oscuramente, el vanidoso orgullo de haber acudido tan pronto. Confieso este secreto para que vean hasta qué punto no me creo mejor que los demás.

Sin embargo, no relato esta historia por vanidad. Quizá estaría dispuesto a aceptar que hay algo de orgullo o de soberbia. Pero ¿por qué esa manía de querer encontrar explicación a todos los actos de la vida?

Cuando comencé este relato estaba firmemente decidido a no dar explicaciones de ninguna especie. Tenía ganas de contar la historia de mi crimen, y se acabó, al que no le gustara, que no la leyese. Aunque no lo creo, porque precisamente esa gente que siempre anda detrás de las explicaciones es la más curiosa y pienso que ninguno de ellos se perderá la oportunidad de leer la historia de un crimen hasta el final.

Podría reservarme los motivos que me movieron a escribir estas páginas de confesión; pero como no tengo interés en pasar por excéntrico, diré la verdad, que de todos modos es bastante simple, pensé que podrían ser leídas por mucha gente, ya que ahora soy célebre; y aunque no me hago muchas ilusiones acerca de la humanidad en general y de los lectores de estas páginas en particular, me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme. AUNQUE SEA UNA SOLA PERSONA.

"¿Por qué —se podrá preguntar alguien— apenas una débil esperanza si el manuscrito ha de ser leído por tantas personas? Éste es el género de preguntas que considero inútiles, y no obstante hay que preverlas, porque la gente hace constantemente preguntas inútiles, preguntas que el análisis más superficial revela innecesarias. Puedo hablar hasta el cansancio y a gritos delante de una asamblea de cien mil rusos, nadie me entendería. ¿Se dan cuenta de lo que quiero decir?

Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que maté.

NUNCA MÁS



La obra fue conocida también por el nombre "Informe Sábato". La comisión de CONADEP entregó su informe el 20 de septiembre de 1984 al Presidente de la República. Y se publicó con el título "Nunca más"


La comisión fue creada por el presidente de la Argentina Raúl Alfonsín (1927–2009) el 15 de diciembre de 1983. El objetivo era esclarecer los hechos sucedidos en el país durante la dictadura militar instaurada desde el año 1976.

La Comisión fue presidida por el escritor Ernesto Sábato; el resto de la comisión estuvo integrada por la siguiente lista:

Ricardo Colombres


René Favaloro (1923-2000, cardiólogo, quien después renunció)


Hilario Fernández Long (1918-2002, ingeniero y educador)


Carlos T. Gattinoni (Obispo de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina)


Horacio H. Huarte (Diputado Nacional)


Gregorio Klimovsky (1922-2009, matemático y epistemólogo)


Santiago M. López (Diputado Nacional)


Marshall Meyer (1930-1993, Rabino conservador estadounidense)


Jaime de Nevares (1915-1995, Obispo católico)


Hugo D. Piucill (Diputado Nacional)


Eduardo Rabossi (1930-2005, filósofo)


Magdalena Ruiz Guiñazú (1935-, periodista)

ADIOS NONINO!!!!!!!



AUTOR DE EJEMPLARES NOVELAS COMO "SOBRE HÉROES Y TUMBAS" Y "EL TÚNEL"; RESCATÓ EL RECUERDO DE UNA ÉPOCA OSCURA, AL ESCRIBIR UN INFORME PARA LA CONADEP (COMISIÓN NACIONAL SOBRE LA DESAPARICIÓN DE PERSONAS), CREADA POR EL PRESIDENTE RAÚL ALFONSÍN; DICHO INFORME FUE CONOCIDO CON EL TÍTULO "NUNCA MÁS". MAESTRO EN EL MEJOR SENTIDO DE LA PALABRA, DE LOS INCONTABLES ESTUDIANTES QUE SE ACERCABAN A ÉL CUANDO LO VEÍAN SENTADO EN UN BAR TOMANDO CAFÉ. 
DESDE SU PRIMER CONTACTO CON LAS LETRAS ADOPTÓ UNA POSICIÓN DESINTERESADA, POLÉMICA Y VANGUARDISTA. DESDE MI PERSPECTIVA CUMPLIÓ UN ROL DE NEXO EN LA LITERATURA ARGENTINA. FUE EL ÚLTIMO ESCRITOR DE LA "VIEJA GUARDIA" Y UNO DE LOS PRIMEROS EN FORMAR PARTE DE LA NUEVA CULTURA QUE YA TOMABA FORMA EN EL SIGLO XX.


SUS NOVELAS ASFIXIANTES, OSCURAS, TERRIBLEMENTE DESOLADORAS NO PODRÍAN CONSIDERARSE DE FICCIÓN, COMO TAMPOCO PUEDO CONSIDERAR DE FICCIÓN A SUS PERSONAJES QUE CREÓ HACIÉNDOLOS  FORMAR PARTE, CON MAESTRÍA ILUSORIA, DEL ENTORNO DEL LECTOR. QUIEN SE BAÑA EN SUS PÁGINAS SENTIRÁ, QUIZÁ, UNA LITERATURA DEPRESIVA, ABORDANDO LOS LÍMITES MÁS ALLÁ DE LA MELANCOLÍA DEL PAÍS; SUS OBRAS SON OPRESIVAS, ROZANDO A VECES Y AFERRÁNDOSE OTRAS DE LA POLÍTICA, EL ARTE, LA CULTURA, EL OCULTISMO, EL ESOTERISMO, LAS SOCIEDADES, LA SOLEDAD Y LOS TIEMPOS PERDIDOS; ESA OPRESIÓN PLASMADA EN SUS LIBROS, FUE Y SEGUIRÁ SIENDO EVITADA POR MUCHOS DEL MODO MÁS CRUEL, DÁNDOLE LA ESPALDA A SUS ESCRITOS, CRITICANDO SU PENSAR (Y SU PESAR)... AUNQUE PARA MUCHOS ES IMPOSIBLE VOLVER A SÁBATO, LAS PÁGINAS QUE NOS LEGÓ JAMÁS PODRÁN SER NEGADAS. AL ANALIZAR SU OBRA NOS DAMOS CUENTA QUE LA CONFUSIÓN, LA OSCURIDAD, LA DEPRESIÓN QUE DESCRIBE NO FUE SU ÉPOCA SINO LA NUESTRA PORQUE EL PRESENTE MUCHAS VECES SE CONVIERTE EN UN MONSTRUO MÁS TERRIBLE QUE SE ALIMENTA DEL PASADO.










ADIOS NONINO, HOY CAMINAS AL LADO DE PIAZZOLA PARA ALEGRAR JUNTOS, CON MÚSICA Y FILOSOFÍA, LA TRISTEZA DE LOS ÁNGELES.


SERGIO J. RODA